domingo, 16 de noviembre de 2008

No se preocupen, es sólo el tío, que está borracho


Tenemos una bodega de grandes y tétricas dimensiones, está el segundo subsuelo.
La abastece una mano benévola y desconocida.
La mayoría del as botellas y ánforas que allí se encuentran son de marcas desconocidas para muchos: "Parras del Guiso", " Viñas del borrachal", "Piedra libre" y demás.
Parecen no agotarse nunca, a pesar del exacerbado consumo de los habitante fijos y ocasionales de tan impresionante mansión. Producen borracheras interminables, de resacas dulces y melacólicas, cuando no pedos tristes, y a veces violentos, que siempre terminan con los ebrios implicados en el agua verdosa de la Laguna.
Bebidas que nos embriagan, nos hacen decir pavadas, nos ponen tontos o extrañamente sagaces.
Nos secan las neuronas, nos calientan la sangre.
Casi casi como el amor

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