lunes, 15 de octubre de 2012

Perfumes y olores


Todas las casas tiene un olor particular, que las define, que nos
enseña qué cosas encierra, qué se cocina, y como viven sus
ocupantes
La Mansión huele a fresias, a tabaco dulce, a café, a naranjas y
mandarinas, a canela, a jazmines y junquillos, a sopa recién hecha,
a flores podridas en penumbra, a pasto cortado, a frío, a sudor de
fútbol, a cocimiento de cervecería (si no conocen ese olor les
sugiero que caminen por las calles de Quilmes los jueves a la tarde).
Huele también a libros viejos, a jabón limpio (hay jabones que no
huelen así), a puerto de mañana, a finales de asado, a maderitas
húmedas quemandose, a leche hirviendo, a cebolla y ajo en la cocina
y en las manos, a lluvia de verano, a madreselvas, a hombre besado
(les recomiendo que busquen ese perfume. No hay otro igual), a
velas de miel, a viento del mar, a mate de mañana, a resto de
lavandina en los dedos, a vino derramado, a laurel crujiente, a
cerveza de la noche anterior, a eucaliptus en la siesta, a sexo
apenas añejado, a humedad de teatro abandonado, y a mujer danzando.
Se recomienda entrar a la casa con la nariz destapada y expectante.
Que lo disfruten