La penumbra del árbol de la puerta
Los rincones tan cerca de la piel
Las solapas ajenas al alcance de la mano
Las bocas tan cerca de las bocas
De los cuellos
De las ganas
Agradezco al creador de los zaguanes
por el olor enquistado
de las flores que lo adornan
Por las manos
y las bocas
y los párpados cerrados
Por darme el lugar del preludio
a tanta casa por descubrir